jueves, 17 de agosto de 2017

LOS APKALLU O ABGAL



En sumerio se les llamaba “abgal” y en acadio “apkallu”. Parece ser que eran los siete sabios antiguos mitológicos, detentadores de un saber muy alejado en el tiempo, ajeno al mundo humano, que en tiempos antediluvianos salieron del mar para revelar a los hombres la ciencia, la sociedad y el arte. Sin embargo, desde muy pronto se asociaron a ellos otros cuatro apkallu de origen humano, posteriores al Diluvio. En ellos se unía la ciencia y la sabiduría.
Este saber habría sido recibido de ellos de manos de los dioses, sobre todo de Ea/Enki, iniciador de las técnicas y de la magia.
Ciertas tradiciones consideran que el primero de los apkallu sería Oannes/Adapa, quien habría sido dotado por el dios An con el don de curar, y habría sido al mismo tiempo una especie de primer exorcista.
Estos apkallu o abgal civilizaron a los humanos y luego regresaron al Apsû (el abismo líquido), su lugar de origen, el mundo de agua dulce que era dominio del dios Ea, aunque existe una tradición más tardía que atribuye al dios Marduk su regreso al Apsû. Esta tradición está plasmada en la Epopeya de Erra, en la que se narra que el Diluvio fue provocado por el abandono de Babilonia del dios Marduk, ya que era su lugar de residencia, y entonces su estatua se estropeó y los apkallu, con sus técnicas secretas, volvieron a dorarla, para después regresar al Apsû. Cuando Erra se presentó ante Ea/Enki para solicitarle sus servicios, el dios del Apsû se negó a dejarlos partir.
Según la descripción que nos ofrece Beroso, sacerdote de Bel-Marduk de Babilonia que vivió en la segunda mitad del siglo III y la primera mitad del siglo II antes de Cristo, siendo contemporáneo de las conquistas de Alejandro Magno, los apkallu tienen el aspecto de monstruos marinos, genios benéficos y protectores, criaturas primigenias nacidas de las fuerzas primitivas, que salen fuera del agua para mezclarse entre los hombres, siendo maestros de la purificación mediante el agua. Con frecuencia aparecen representados con aspecto semi-humano (cuerpo humano y cabeza de pez) o como grandes peces. Aunque también hay especialistas que afirman que detrás de estas criaturas mitológicas sólo hay seres humanos, ataviados de una determinada manera cargada de simbolismo, para realizar sus ceremonias religiosas.
Sea como fuere, ellos fueron los primeros que supieron realizar una imagen de la divinidad en la que ésta podía encarnar, ya que eran especialistas en llevar a cabo con agua todos los rituales de purificación en operaciones mágicas de animación que daban vida a la estatua.
Para los eruditos, el Diluvio marca la frontera entre el tiempo mítico y el tiempo histórico, y la intervención de los apkallu representa el paso del estado de naturaleza al estado de civilización, puesto que gracias a ellos a la humanidad le fueron comunicadas las bases técnicas e intelectuales en que se basa la sociedad humana. Y como ellos comunicaron el saber divino a los hombres, hubo ocasiones en los que se ganaron la cólera divina.
También han sido representados en relieves como exorcistas-conjuradores, protectores del rey en un ritual en el que se utilizaba el agua para realizar abluciones protectoras con una piña.
Asimismo también existió un grupo de sacerdotes vinculados con el culto a Ea/Enki en su ciudad de Eridu, que también ostentaban el título de Apkallu, que aparecen en los rituales y en las listas eruditas desde la época paleobabilónica, encargados junto con otros sacerdotes purificadores del culto a Ea/Enki y de Marduk.
También se sabe que el título de abgal/apkallu designaba a un consejero de alto rango dentro de la corte del rey.
Se han encontrado algunos textos que contienen listas realizadas durante el primer milenio, que, aunque no concuerdan demasiado, coinciden en la importancia que se le concede al grupo inicial de los siete apkallu antediluvianos de forma no humana, seguidos por el grupo de los cuatro apkallu humanos.
En la tercera tablilla de la serie ritual que recibe el nombre de Bît Meseri, que se conservaba en las bibliotecas de Nínive y de Uruk, está representada una de estas listas canónicas:
Hay un grupo definido como “las Carpas brillantes, las Carpas del mar, la Héptada, los siete apkallu nacidos en el río y que son los guardianes de los planos del cielo y de la Tierra”; y otro grupo definido como “los cuatro apkallu de origen humano a los que Ea/Enki dotó de una vasta inteligencia”.
También existe otra lista llamada la lista seléucida de Uruk que ofrece los nombres de los siete apkallu antediluvianos.
Pero la lista que se ha popularizado más, porque se conoció antes del desciframiento de la escritura cuneiforme, es la de Beroso, apareciendo el ser mítico anfibio Oannes como el primero y más importante de todos los apkallu.
Bien es cierto que no existe mucha concordancia entre las diferentes listas descubiertas, con excepción del nombre del primer apkallu Oannes-Adapa, pero esto es debido a que la tradición, que al principio era oral, fue variando con el tiempo, y una vez que se puso por escrito, al surgir diferentes Escuelas de Escribas que estaban relacionadas cada una de ellas con una ciudad, sufrieron más variaciones locales a su conveniencia, ya que promovieron a los apkallu como antepasados míticos de los escribas eruditos del I milenio.
Una vez se fijó esta tradición como canónica, se estableció el mito de los apkallu como sabios míticos, a veces vinculados con un rey o un reino famoso, y así se ha conservado, llegando hasta nuestros días.


Esta placa de bronce en relieve data de alrededor del 700 a. C., y en ella se representa al demonio Pazuzu cuya cabeza y manos se ven en la parte superior. Es probable que sirviera de protección contra Lamashtu, que atacaba a las mujeres embarazadas y a los recién nacidos. En la placa figuran los símbolos de los dioses, una fila de demonios, algunos de los cuales parecen tener cabezas de reptil, un enfermo atendido por dos apkallu o sacerdotes ataviados con un manto de escamas de pez, y además de los demonios Pazuzu y Lamashtu, el de cabeza de león.

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