Pintura de Alma-Tadema. 1903
El mito de la Atlántida se
representa en las obras del filósofo griego Platón (427-347 a. C.): el Timeo
(23d-25d) y en el Critias (106a-121c).
A lo largo de los siglos este
mito tan enigmático ha estado y sigue estando sujeto a múltiples
interpretaciones, ya que esta historia ha hecho correr ríos de tinta con mayor
o menor rigor y actualmente todavía se sigue hablando de ello a veces en un
tono ligeramente sensacionalista, buscando la ubicación original de la mítica
isla.
Es cierto que se han descubierto
bajo nuestros mares antiguos restos arqueológicos submarinos que parecen
construcciones artificiales y podrían pertenecer a antiguas ciudades
sumergidas, pero ello no significa que correspondan a la mítica Atlántida, ya
que por el momento no existe manera de probar su pasada existencia. Ni siquiera
sabemos si Platón nos estaba contando una historia real o simbólica.
Sin embargo, lo que queda claro
tras la lectura de las anteriormente mencionadas obras de Platón, es que el
mito contiene un saber, que aporta bastantes rasgos de la geografía sagrada de
la isla, y una genealogía de los reyes atlantes. Por lo que Platón podría
haberse servido de un recurso literario para transmitir una enseñanza.
También menciona una guerra sin
piedad que nueve mil años antes había enfrentado a la antigua Atenas y al reino
de la Atlántida (Timeo 23e, 24e; Critias 108e, 111a), y asimismo se describen
el Ática y la ciudad de Atenas. No obstante, arqueológica e históricamente la
historia de la antigua Atenas casi se confunde con la de Grecia, siendo el
escarpado peñasco de la Acrópolis el centro original de las primeras
aglomeraciones, ya que este núcleo se enriqueció progresivamente con la
inmigración de colonos procedentes en su mayoría de las comarcas vecinas, en la
época semi-histórica y semi-legendaria
en que Atenas era gobernada por reyes antes del siglo X antes de Cristo. Nada
que ver con las fechas que proporciona Platón.
Según explica Platón, el dios
Poseidón, tras haber obtenido en el reparto entre los dioses el mar, región intermedia
de las cinco partes del mundo que distinguía Homero (Ilíada XV, 187-193) y,
dentro del mar, la isla de la Atlántida, se unió con una mortal llamada Clito
sobre la montaña central de dicha isla.
Muy pronto erigió para fortificar
dicha acrópolis “verdaderos canales de tierra y mar, dos de tierra y tres de
mar”. Esta partición del espacio sagrado de la isla se corresponde exactamente
con la génesis del linaje real que la va a gobernar.
Poseidón, “después de haber
procreado en cinco ocasiones a gemelos varones y haber criado a los diez hijos
que él había engendrado, dividió toda la isla en diez partes y concedió al
primogénito de los gemelos mayores la residencia materna, junto con la tierra
que la rodeaba, que era la más extensa y la mejor, y lo nombró rey sobre todos
los demás” (113e-114a). Atlas da así su nombre a toda la isla y al océano en
que estaba situada. (No hay que confundir a este Atlas con el otro Atlas
mitológico, hijo del titán Jápeto y de la oceánide Clímene).
El relato de Platón está cargado
de simbolismo numérico. El número cinco preside todas las medidas, tanto
espaciales como temporales (cinco generaciones de reyes).
La montaña sagrada se encuentra a
cincuenta estadios en medio de la llanura (113c); el islote circular consagrado
al dios en el que se construirán el palacio real y su templo, posee un diámetro
de cinco estadios (116a) y está separado del mar por los cinco recintos de
tierra y agua; la muralla circular que rodea al puerto más importante está a
cincuenta estadios del quinto recinto que es el más extenso (117e). La
extensión de cada distrito de la isla es de 10x10 estadios (119a).
En su obra Plato’s Mathematical Imagination, Robert S. Brumbaugh (profesor de
filosofía en la Yale University), ha puesto de manifiesto que el conjunto de
medidas que afectan a la isla está vinculado con el número cinco, con el seis o
con sus múltiplos. El cinco o pente gamos
era para toda la tradición pitagórica en la que se inscribe Platón la cifra
genealógica que simboliza la génesis del mundo.
El Timeo y el Critias refuerzan
con el mito del alma del mundo y el mito de la Atlántida, las indicaciones
convergentes de otros diálogos platónicos. Sin embargo, el relato cosmológico
del Critias va acompañado de una enseñanza política.
La decadencia de la isla de la
Atlántida, al igual que la catástrofe que la tragará está marcada por la
constante presencia del número seis que se mezcla con el número cinco.
Brumbaugh señala la ignorancia
matemática de los reyes atlantes que se reunían “en ocasiones cada cinco años y
en otras cada seis, concediendo igual importancia al par y el impar” (119d) y
confundiendo el producto del primer par y del primer impar (2x3) con su suma
(2+3).
Proclo (filósofo neoplatónico
griego, 412-485), advirtió el simbolismo del pasaje: “… Ellos son gemelos, de
tal modo que hay cinco parejas, habiendo surgido los gemelos en cinco ocasiones
de Poseidón y de Clito. La imagen de la organización cósmica es la péntada,
después están la díada y la mónada.” (Comentario al Timeo, I, 182, 11-19).
La verdadera enseñanza del mito
es la decadencia de la Atlántida que tendrá como consecuencia la catástrofe que
hará desaparecer la isla, en un castigo divino de Zeus. Y esto se debe al
vínculo sacrílego en el centro de la isla, de lo impar (Péntada) y lo par
(Héxada), del dios inmortal (Mónada) y de la mujer mortal (Díada). El carácter
desigual de la unión entre Poseidón y Clito se representa por la aparición en
la Atlántida de dos fuentes de agua caliente y agua fría que brotaron en el
mismo lugar en el que el dios se unió con la mortal, cuando en Atenas tan sólo
había una fuente en la Acrópolis.
Foto: David Marcu
En cinco ocasiones (número impar
vinculado con la naturaleza del dios), nacen los gemelos varones (cifra par
relacionada con la naturaleza de la mujer mortal). Sin embargo, sólo un rey
debe reinar, si se quiere ser fiel a la memoria del dios, su padre, mientras
que son dos los hermanos que nacen de una única fecundación.
Mientras que entre los reyes
atlantes dominó en un principio “el fundamento divino de su mutuo parentesco”
(120e), su legislación les permitió practicar la justicia. “Pero cuando la
parte del dios que ellos tenían comenzó a deteriorarse debido a la mezcla de la
misma en muchas ocasiones con el elemento mortal” (121a), el carácter mortal
acabó borrando poco a poco el linaje inicial.
Esto conllevó una decadencia de
las instituciones a causa de tener contactos y mezclas con otras civilizaciones
de pueblos humanos y por consiguiente mortales, lo que hizo que la raza de los
dioses y semi-dioses acabase degenerando y Zeus castigara a la isla con su
desaparición.
Bibliografía:
-Proclo, Commentaire sur le Timée, trad. A-J. Festugière, París, Vrin, 1966-1968.
-Brumbaugh, R, S, Plato’s Mathematical Imagination,
Bloomington, Indiana Univ. Press, 1954.
-Mattéi, Jean-François, L’Étranger et le Simulacre. Essai sur la
fondation de l’antologie platonicienne, París, PUF, 1983, pp. 405-409; Platon et le miroir du mythe. De l’âge d’or
a l’Atlantide, París, PUF, 1996.
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