jueves, 13 de julio de 2017

EN MEMORIA DE LA DIOSA INANNA


El zigurat del templo de Inanna fue construido por UrNammu (2112 a 2095 a. C.). Originalmente contaba con una escalinata triple y tenía unos 55 m. de ancho. Los restos se componen de ladrillos de adobe y todavía se pueden ver capas de junco y estera entre las hileras de ladrillos.


Inanna es una diosa guerrera de la que los himnos magnifican la valentía y el ardor en el estrépito de los combates.
Era también la Señora que favorecía la perpetuación y la expansión de la vida y de la fertilidad. Pero no hay motivo para pensar que bajo ese último aspecto haya podido ser una especie de cortesana celeste que no dan a conocer más que los textos akkadios en los que se asimila a Inanna a la diosa semítica Ishtar, cuyas aventuras amorosas son bien conocidas.
La diosa Inanna se halla asociada al dios Dumu-zid. (El descenso de Inanna a la tierra de los difuntos).
Fuerza de Vida plena por excelencia y diosa de la luz, Inanna se opone a la vida larvaria y a las tinieblas inferiores y confiere, mediante su paso por el estado de muerte, algo de su naturaleza al dios Dumu-zid para que éste pueda ser no sólo un dios que muere, sino también un dios que renace”.

Raymond Jestin. Historia de las religiones. “Las religiones antiguas” Volumen I. Pág. 260. (Ed. Siglo veintinuno)

La Divinidad tiene dos aspectos, el femenino y el masculino.
El aspecto masculino de la divinidad es el Dios Padre. Pero he aquí que el dios masculino es secundario, porque la fuerza masculina es pasiva, ya que sólo se limita a fecundar. 
En cambio, la fuerza femenina, la Diosa Madre, es activa, ya que es la encargada de engendrar y gestar la materia que da lugar a los mundos y universos. Sin la fuerza o energía femenina, no existiría nada. Es la fuerza principal que rige el Cosmos. Si bien es cierto que necesita al dios para que la fecunde, el papel de él es el de un simple subalterno.

La gran Diosa se manifiesta en toda la naturaleza. Ahí está su presencia Divina. Es la Madre Universal, fuente de toda Vida. Es la matriz cósmica que origina la forma en todo el Cosmos y mantiene la Vida en perfecto equilibrio.

Al principio, en nuestra Tierra existía el matriarcado, del que se han conservado estatuillas que representan a la Gran Diosa, generalmente desnuda, con rasgos muy marcados, sentada, de pie o tendida, a veces en cuclillas, abrazando a un personaje masculino representado a escala mucho más pequeña: el joven dios, su amante.

Los rasgos que se perpetuaron a lo largo de todas las representaciones culturales son los animales salvajes asociados a la gran diosa; el joven dios que ella estrecha entre sus brazos; y el dios barbudo asociado al toro, que ha permanecido como una de las figuras más típicamente representativas de las religiones anatólicas. Estos cultos naturalistas tenían como objeto asegurar perennemente la fertilidad de la naturaleza.
La fuerza masculina se representa como un dios cornudo (asociado al ciervo de los bosques) y la fuerza femenina, como una diosa desnuda (asociada a la fertilidad y a la creación).

En el matriarcado las fuerzas de la naturaleza estaban en equilibrio y el planeta en armonía energética.
La Gran Señora personificada repleta de sabiduría, Virgen y Santa son  calificativos que describen en los primeros textos escritos a Inanna. Ella era la regente de este planeta. Y sus sacerdotisas, Guardianas del Conocimiento.



Impresión de sello cilíndrico de nefrita del período Acadio (hacia 2200 a. C.) que muestra al dios Ea con su visir Usmu de dos caras. Frente a él el dios del sol Shamash surge entre las montañas con Inanna/Ishtar a su izquierda.

Sin embargo, Inanna diosa del cielo y de la Tierra, perdió el poder y murió asesinada. Porque los dioses también pueden morir, aunque después resuciten. Y es que algo pasó en el pasado remoto. Hubo una injerencia y en las mentes de las tribus indoeuropeas se introdujo la idea de un dios patriarcal, misógino, tremendamente agresivo, dominante y avasallador. Iniciaron su expansión con estos ideales y arrasaron en su camino con el matriarcado. Las sacerdotisas de Inanna fueron torturadas, drogadas y prostituidas, inventándose la prostitución sagrada, que las siguientes generaciones acogieron como algo normal, cerrándose la era del conocimiento ancestral.

 Pintura de Alma-Tadema. 1887

Desde entonces las energías planetarias se trastocaron, creando una realidad ilusoria y manipulada, en la que tanto hombres como mujeres no saben cual es su papel en el gran entramado cósmico, estas últimas debido a que se las viene subyugando desde antaño. 

Tras su muerte, a Inanna se la calumnió y difamó, desprestigiándola, hasta convertirla en una caprichosa y voluptuosa cortesana. Nada que ver con quien ella es. Y digo “es”, porque la memoria de Inanna sigue viva, su energía pura no ha podido ser destruida y está esperando su momento para entrar en acción y volver a hacer de la Tierra un lugar de paz y sabiduría, en armonía y conexión con la Naturaleza y la totalidad del  Cosmos.

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